Raza de la trompeta
excelsa rebelión en el abismo
nudo de los triángulos malditos
en los inicuos laberintos del dolor.
¡Oh vértigo,
minúscula porción de incertidumbres!
Eso es, salpicón de nostalgias
degustando las heces,
del diarreico caracol.
Es preciso remontar de la negrura
aunque sea con las alas del zancudo.
Perdonad Oh, caracoles
mi referencia coprolálica en el verso.
Es mi sentimiento el que incita
esta interna procesión invertebrada.
Atenta la brújula al tropismo del mosquito.
¡Oh errática noche de espumas negras!
Atento el hipo subterráneo,
al inefable cacareo de las tripas.
He aquí una nota de violín cayendo abrupta
de las heridas alas.
¡Ay, ojo ebrio del ignoto pájaro!
Raza de la trompeta
y los tambores rotos
algo de tic tac agonizante
en un reloj abandonado.
¡Ay, vértigo de dolores transpirados
en el telúrico estertor de la agonía!
¡Ay silueta desmembrada en el olvido,
recobra, alma mía, el pulso de la vida!
E.D.A