lunes, abril 16, 2018

INVITACIÓN A LAS ESTRELLAS

EN EL FINAL DE LAS COSAS

En el final de todas las cosas
había una soledad impenetrable.

Era algo más denso
que una sombra perdida en la memoria
y sus túnicas morian de pliegue en pliegue.

Tampoco parecía ser la muerte
ya que una náusea la atraía
desde el vaho silencioso y ambiguo
del vapor enrarecido.

Y el tiempo jugó a los dados
mientras las pepas del melón fermentaban
una extraña sed de silencio.

Yo permanecí agazapado
simulando ser una estatua moribunda.

En realidad, quería acercarme
a este solemne misterio de la soledad.

El sol parecía aullar como un lobo de luz
sin embargo, la sombra permaneció inalterable
y las túnicas se ensangrentaron
con el sudor y la sangre de las palabras.

La muerte salió de su escondrijo
y se llevó la llave.
 
Los fantasmas se congregaron frente al muro
y no dejaron ninguna señal
respecto al lugar donde ha ido la muerte.

Solo sé que mi pensamiento estornuda en el vacío,
y hay un racimo de dudas entre telarañas.

E.D.A

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