Cuando yo era un sueño
y mis recuerdos danzaban
suspendidos en una duda,
me hice millonario
de la incertidumbre.
Ahora que soy
una certeza trágica
mis sueños despertaron
en diarrea cognitiva.
Mas, el templo del saber
tiene rincones de insomnio
donde las pesadillas rugen
canciones de vida y muerte.
Los ignorantes como yo,
somos viajeros,
de una extraña sed.
Los cometas de la noche
prometen el rocío
de la sabiduría.
El estado de vigilia me confunde,
me huele a pájaro perdido,
a sinfonía de alfileres
en una carta de amor;
Pero aquí estoy dispuesto
para sostener mis preguntas.
Para mi sorpresa
tengo la impresión de estar despierto;
entonces canto alguna melodía
para devolver el eco
a las almas invisibles
que me soportan
con infinita paciencia.
E.D.A